Kazemaru
llega a la colina más alta de la ciudad, donde está el mirador. Está apoyado en
la barandilla mirando la puesta de sol con aire triste. Las lágrimas ya asoman
por sus ojos.
-Es el fin... –Susurra para sí mismo
el peliazul-. Ojalá no me hubiera enamorado de ti, Endou...
El sirviente baja la mirada dejando
que algunas lágrimas caigan, sin intentar detenerlas. Una vez oyó que intentar
aguantar las lágrimas no era sano, y él las había estado conteniendo desde
hacía ya cinco años, desde que terminaron su último viaje como pareja. Pero
ahora que Endou ya no podía ser suyo, sino que era de Natsumi, podía permitirse
llorar todo lo que no había llorado todo ese tiempo. Si volviera a ver a Endou,
a solas, le diría lo que siente por él y lo abrazaría por última vez... Pero
sabía que eso era demasiado improbable, pues sus padres no dejarían que él
dejara a Natsumi en el día de su boda. Kazemaru seguía llorando y llorando. No
sabe cuánto tiempo lleva ahí, pero más de media hora había pasado ya. Por
suerte, no mucha gente solía pasar por ahí. El peliazul ya no podía parar sus
lágrimas. Salían de sus ojos en enormes cantidades. El sirviente se sentía
destrozado...
-Kazemaru...
El peliazul oye su nombre a su
espalda. Se da la vuelta sin dejar de llorar y lo ve. Endou estaba ahí parado,
detrás de él, a una distancia relativamente corta. Sin pensarlo dos veces,
Kazemaru echa a correr hacia sus brazos. El sirviente lo abraza llorando y
Endou corresponde a su abrazo.
-Amo Endou, siento haberme ido de la
iglesia, pero no podía aguantar más. ¡Yo te amo con toda mi alma y no podía ver
cómo le dabas el “sí, quiero” a otra persona! –Dice entre llantos. Endou no
habla, solo escucha a su sirviente sin soltarle-. Te amo demasiado, amo Endou.
No puedo olvidarte por mucho que lo intente. El dolor que siento en mi interior
es insoportable. No puedo dejar de llorar... –Tras unos segundos de silencio,
tan solo oyéndose el llanto del peliazul, este decide continuar-. Ahora
deberías volver con Natsumi... Gracias por haber venido, amo Endou, pero yo no
puedo regresar con vosotros en estos momentos...
-Kazemaru, escúchame, por favor...
–Susurra Endou-. Ven conmigo. No puedo seguir estando allí si tú no vienes.
-Lo siento mucho, pero no puedo
estar tranquilamente allí viendo cómo ambos son tan felices...
-Kazemaru... –Endou se separa un
poco del sirviente y lo besa por sorpresa. El peliazul corresponde a su beso
sin dudarlo, abrazando a su amo fuertemente, sin querer soltarle nunca. Después
de unos momentos, se separan lentamente. Kazemaru aún sigue llorando. Endou
utiliza su dedo para secarle algunas lágrimas, sonriendo levemente-. No me he
casado con Natsumi...
Kazemaru abre mucho los ojos ante la
sorpresa. Intenta decir algo, pero solo una palabra sale de su boca.
-¿Q-qué...? –Susurra el sirviente.
Endou lo abraza de nuevo.
-No he podido decir que sí... Cuando
te vi salir de la iglesia, simplemente, mi corazón decía que tenía que ir a por
ti. Dije que lo sentía mucho, pero que no podía casarme con Natsumi, pues mi
amor se concentra en otra persona: Ichirouta Kazemaru –se quedan en silencio
unos segundos. Luego Endou decide continuar-. Fúgate conmigo, Kazemaru...
El sirviente se separa de golpe del
castaño completamente sorprendido por la propuesta de su amo.
-¿Qué? –Pregunta nervioso. Endou
sonríe.
-Mis padres no aceptarán que quiera
casarme contigo –susurra el amo tomando la mano de Kazemaru-, así que quiero
que nos vayamos lejos de aquí... –Endou coloca tiernamente un anillo de
compromiso en el dedo de Kazemaru-. ¿Aceptas?
Las lágrimas vuelven a brotar de los
ojos de Kazemaru, pero esta vez no son de tristeza, sino de felicidad. Una
felicidad extrema que no puede ser expresada con palabras. El peliazul le da un
abrazo a Endou y este corresponde.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Acepto! ¡Quiero casarme
contigo!
Ambos se miran a los ojos, sonriendo
felices. Se acercan lentamente y se funden en un tierno beso, prometiéndose con
él el inicio de una época de felicidad hasta el fin de sus días.
FIN