Kazemaru
toca la puerta de la habitación de Yamazaki.
-Adelante –ordena el invitado.
Kazemaru abre la puerta de la habitación y entra en ella.
-¿Me llamaba, Yamazaki-san?
–Pregunta educadamente el sirviente.
-Sí. Te necesito para que me ayudes
a ordenar unos papeles que tengo aquí –dice sacando un maletín repleto de
documentos-. Nos llevará menos tiempo si trabajamos eficientemente. Y según me
ha contado Endou, eres muy bueno haciendo las tareas que te mandan, ¿no?
–Comenta Yamazaki. Kazemaru asiente levemente.
-Entonces empezaré a ordenarlos con
usted.
Kazemaru toma un taco de papeles y
empieza a leerlos por encima para saber dónde iba cada uno al tiempo que se
sienta en el suelo. Yamazaki hace lo mismo con otro taco.
Endou empieza a dar vueltas en la
cama. Estaba aburrido... ¿Qué hacía Kazemaru que tardaba tanto? Dijo que
llegaría cuanto antes... Sabía perfectamente que Kazemaru se exigía muchísimo a
sí mismo en el trabajo, pero lo echaba de menos.
Yamazaki se levanta de la cama de la
habitación, donde estaba sentado, y se dirige a la puerta. Echa el pestillo y
vuelve a su sitio. Kazemaru no se da cuenta de lo que había hecho pues estaba
concentrado en terminar cuanto antes para volver con Endou.
-Kazemaru, ya es suficiente –sonríe
levemente Yamazaki-. Puedes dejar los papeles ahí encima de la mesa.
-Sí, Yamazaki-san –responde el
sirviente mientras se levanta del suelo y se dirige a la mesa. Cuando deja los
papeles, Yamazaki se levanta de un salto de la cama y se acerca rápidamente a
él. Agarra a Kazemaru de los brazos, haciendo que lo mirara y lo besa. El
sirviente intenta resistirse, pero Yamazaki tiene mucha más fuerza que él.
-Buen trabajo, Kazemaru –susurra
cuando se separa. Luego agarra sus muñecas y hace que las suba para poder
agarrarlas con una sola mano. Con la otra, le agarra el mentón haciendo que lo
mirara. Kazemaru está muy asustado-. ¿Sabes cuál es mi recompensa para los
niños buenos?
Yamazaki lame la mejilla del
peliazul con un rostro lujurioso mientras el chico cierra los ojos fuertemente,
deseando que todo fuera una pesadilla. Yamazaki tira de Kazemaru hasta la cama,
tirándolo a ella. Kazemaru cae boca abajo en la cama, intentando escapar, pero
Yamazaki lo apresa para que no pueda hacer nada. Le quita de un tirón la cola,
dejando su pelo suelto. Comienza a estirar la goma del pelo, jugueteando con
ella.
-Es bastante elástica, ¿eh,
Kazemaru?
Dice al tiempo que agarra de nuevo
sus manos uniendo sus muñecas sobre su cabeza, atándolas al poste de la cama
con la goma del pelo. Kazemaru está indefenso. Yamazaki se levanta un segundo
para coger un trozo de tela de un cajón y vuelve a la cama, amordazando a
Kazemaru para que no pudiera gritar. Yamazaki comienza a quitarle la ropa al
indefenso peliazul. Le abre la chaqueta y la camisa en un abrir y cerrar de
ojos, comenzando a lamer su pecho. Kazemaru arquea la espalda suplicando que lo
soltara, pero Yamazaki no le presta atención. Tras esto, le desabrocha los
pantalones, quitándoselos junto a su ropa interior. El hombre agarra el miembro
de Kazemaru empezando a frotarlo con fuerza. El chico intenta gritar, pero no
se le oye.
-Grita lo que quieras, estúpido
criado. Nadie va a oírte –Yamazaki le da un mordisco en el pecho-. Vamos,
grita.
Kazemaru comienza a llorar del
terror que siente. El hombre se levanta y se desabrocha los pantalones, quitándoselos
de golpe, dejando al descubierto su miembro erecto. Abre de golpe las piernas
de Kazemaru, introduciendo rápidamente su miembro dentro de él. El sirviente
intenta gritar, pero es inútil.
-Sigue gritando. No sabes lo que me
excitan tus gritos, Kazemaru...
Susurra lujuriosamente mientras
comienza a moverse adelante y atrás rápidamente. Las lágrimas brotan en grandes
cantidades de los ojos del peliazul. Yamazaki clava sus uñas en el torso de
Kazemaru, haciéndole aún más daño. Kazemaru acaba dándose por vencido, dejando
que el mayor hiciera con él lo que quisiera, pues no iba a conseguir nada por
mucho que luchara. Al poco tiempo, Yamazaki llega al clímax dentro de Kazemaru.
Saca su miembro sin cuidado alguno y lame el cuello del sirviente, jadeando
junto a él.
-Ni una palabra de esto a nadie,
¿eh? –Amenaza Yamazaki-. Si dices algo, sabes que podré hacer que no te crean y
la próxima vez será peor... –Kazemaru cierra los ojos aún llorando-. Mañana no
te ataré ni te amordazaré, así que espero que te comportes como un buen criado,
Kazemaru –dice mientras le quita le mordaza y le desata las muñecas,
devolviéndole su goma del pelo.
Endou está en su habitación solo,
aburrido y esperando a Kazemaru. Lleva casi una hora allí. Alguien llama a la
puerta.
-Amo Endou, soy yo... –Dice Kazemaru
al otro lado de la puerta con un tono de voz bastante decaído.
-Pasa, Kazemaru –ordena Endou. El
sirviente abre la puerta con la mirada sombría y la cierra tras de sí. Se baja
un poco las mangas de la chaqueta, tapando sus muñecas heridas por su goma del
pelo. Endou lo observa atentamente mientras se sienta en la cama-. ¿Te ocurre
algo?
-No es nada, Endou...
-¿Seguro? Sabes que no me gusta que
me mientan...
En la cabeza de Kazemaru resuenan
las últimas palabras de Yamazaki, así que decide mentir.
-Sí, seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario