Durante
el resto de la semana que se quedó Yamazaki, Kazemaru seguía siendo violado una
vez al día sin que nadie en la casa se enterara de nada. El último día fue el
peor y más largo, pues fue la despedida de Yamazaki. Cuando se fueron, era aún
muy temprano, por lo que Nana se fue a la compra dejando a Endou y Kazemaru
solos. Endou llevaba viendo a Kazemaru muy raro desde que llegó Yamazaki, pero
él le decía que no le pasaba nada. Ambos se van a la habitación de Endou y se
sientan en la cama. El sirviente siempre hacía un gesto de dolor cuando se
sentaba en alguna parte, cosa que preocupaba a Endou. Kazemaru parece muy
cansado, así que Endou decide proponerle algo.
-Kazemaru, duerme un rato en mi cama
hasta que llegue Nana.
-No, Endou. Quiero estar contigo
–sonríe levemente.
-Es una orden directa –devuelve la
sonrisa el castaño-. Pareces muy cansado. Quiero que duermas.
Kazemaru asiente y se tumba en la
cama. Se queda profundamente dormido en muy poco tiempo. Endou aprovecha el
tiempo para mirar su cuerpo, pues sospecha que le pasa algo. Cuando le levanta
la camisa y la chaqueta y ve su torso casi se desmaya: tenía muchísimas heridas
y magulladuras por todas partes. “Kazemaru, ¿qué te han hecho?”, se pregunta
para sí mismo el joven amo.
Kazemaru se despierta al poco
tiempo. Endou está mirando al suelo pensativo.
-Gracias por dejarme dormir un rato,
Endou –agradece Kazemaru mirándole. Endou lo mira seriamente.
-Explícame qué son esas heridas de
tu torso...
El rostro de Kazemaru se vuelve
pálido.
-¿Q-qué heridas? –Pregunta nervioso
pero haciéndose el tonto.
-Las he visto mientras dormías,
Kazemaru. Dime qué son.
Después de un rato evitando la
pregunta, Kazemaru decide hablar.
-Yamazaki-san no me llamaba para que
le ayudara a hacer nada... –Susurra el peliazul-. Lo único que he estado
haciendo en su habitación estos días es ser su esclavo sexual...
Endou mira horrorizado al peliazul.
Kazemaru está mirando al suelo aterrado de nuevo.
-¿Por qué no se lo dijiste a nadie?
–Regaña el castaño.
-Nadie me iba a creer...
-¡Con esas heridas sí! –Exclama
Endou. Kazemaru se queda en silencio y Endou se acerca a él-. Déjame curarte
esas heridas...
-¿Cómo piensas...?
Antes de que Kazemaru consiguiera
terminar la frase, Endou lo besa dulcemente, tumbándolo en la cama lentamente
mientras lo abraza. Kazemaru corresponde al beso y al abrazo mientras se deja
tumbar. El sirviente comienza a temblar un poco, pues estar en una postura así
no le traía recuerdos agradables. Endou se da cuenta y se separa un poco.
-Si quieres que pare, solo tienes
que decírmelo, Kazemaru...
Kazemaru asiente lentamente. Endou
le desabrocha la chaqueta y la camisa, quitándoselas dulcemente. Cuando Endou
ve de nuevo las heridas del peliazul, se le encoge el corazón y comienza a
besarlas una a una. Kazemaru nota una descarga recorrer su cuerpo por cada beso.
Todo era tan diferente... Endou empieza a acariciar sus brazos sin dejar de
besar las heridas. El peliazul se dejaba hacer, pues confía ciegamente en su
amo. Endou baja sus manos para desabrochar los pantalones de su sirviente. El
castaño, al ver que Kazemaru no hacía nada, coge su mano y la lleva hacia su
propio pecho, indicándole que le fuera quitando la ropa también. El joven
sirviente, tembloroso, comienza a desabrochar la camisa de su amo lentamente.
Poco tiempo después, ambos están completamente desnudos. Endou mira a su
sirviente con una leve sonrisa, acariciando su pecho.
-¿Quieres que continúe, Kazemaru?
–Pregunta el castaño en un susurro. Kazemaru asiente levemente, mordiéndose el
labio inferior. Endou acerca su miembro hacia Kazemaru, quien cierra los ojos
con fuerza. El castaño introduce su miembro lentamente y con suavidad en el
interior de su sirviente. Este suelta un pequeño grito de dolor, pues esa zona
estaba muy sensible debido a los actos de aquel hombre, pero al poco tiempo, se
deja llevar por Endou, notando cómo el placer los iba envolviendo poco a poco.
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