A
partir de aquel día, la relación entre Endou y Kazemaru se fue haciendo cada
vez más distante, nadie sabe el porqué. “Ya han pasado tres años de
aquello...”, piensa Kazemaru mientras ayuda a Nana a limpiar la casa. Cada vez
que recuerda el rostro de Yamazaki siente un temor enorme dentro de él. La puerta
de entrada de la mansión Endou se abre. Tanaka entra y, tras él, el señor y la
señora Endou. Kazemaru y Nana van corriendo a recibirles.
-Qué frío hace en la calle –comenta
el señor Endou mientras le da el abrigo a Kazemaru.
-Cariño, estamos casi a finales de
diciembre –responde la señora Endou entregándole el suyo a Nana-. Ya queda poco
para Navidad.
-Hay que avisar a Mamoru de su viaje
–continúa el señor. Mira a Kazemaru seriamente-. Kazemaru, dale mi abrigo a
Nana para que los guarde y dile a Mamoru que tengo que hablar con él.
-Sí, gran amo –dice Kazemaru
haciendo una reverencia. Luego le entrega el abrigo a Nana y sube las escaleras
rápidamente hasta la habitación de Endou. Cuando llega a ella, llama a la
puerta.
-Adelante –ordena el castaño desde
su habitación. Kazemaru entreabre la puerta, asomando la cabeza.
-Amo Endou, su padre lo está
llamando –informa el peliazul mirando a su amo-. Quiere hablar con usted un
momento.
-Ah, claro –sonríe levemente el
joven amo mientras se levanta del suelo y se acerca a la puerta-. Gracias,
Kazemaru.
-Un placer servirle, amo Endou.
El sirviente le devuelve la sonrisa
y deja que Endou salga. Va caminando tras él mientras piensa: “¿en qué momento
empecé a llamarle de nuevo ‘amo Endou’?”. Ya se le hacía tan habitual que le
parece mentira que en algún momento fueron “pareja”. Los dos chicos llegan al
gran salón, donde los señores Endou esperan a su hijo.
-¿Me llamabas, padre? –Pregunta
Endou.
-Sí –responde el señor Endou-.
Siéntate ahí, Mamoru.
Endou se sienta frente a sus padres
en la mesa y Kazemaru se dispone a irse tras una reverencia.
-No, Kazemaru –interrumpe la
señora-. Quédate. También tiene que ver contigo.
Kazemaru asiente levemente y se
queda en su sitio, esperando las palabras de su gran amo.
-Mamoru, ya eres mayor de edad
–comienza a hablar el señor Endou-. Con dieciocho años yo también comencé a
viajar por los lugares, así que te toca empezar a ti esa fase –Endou escucha
atentamente a su padre-. Kazemaru, como tu sirviente, y tú vais a ir al país
vecino a visitar a tu prima Natsumi por Navidad. Pasaréis en su casa hasta el
día veintiséis y os volveréis por la mañana. Mañana sale vuestro avión.
-De acuerdo, padre –confirma el
joven. El mayor mira a Kazemaru.
-Kazemaru, prepara tu maleta y la de
Mamoru –ordena el señor Endou.
-A sus órdenes, gran amo –obedece el
peliazul tras hacer una reverencia y salir del gran salón.
-Natsumi nos ha dicho que va a
hacerte un regalo por Navidad –dice la señora Endou-. Deberías comprarle algo.
-Por supuesto, madre.
-Pues ya puedes irte a tu
habitación, Mamoru. Espero que te sea leve tu primer viaje –finaliza el señor
Endou.
-Gracias, padre –responde Endou
mientras se levanta y se aleja de ellos hacia su habitación. Cuando entra en
ella, Kazemaru está preparando la maleta del castaño. Endou entra en la
habitación y cierra la puerta.
-Amo Endou, estoy metiendo lo más
importante –comenta el sirviente-. Al fin y al cabo no pasaremos muchos días.
-Ya... Tú mete lo que veas mejor
–sonríe levemente el amo.
-De acuerdo... –Responde Kazemaru.
No puede creer aún cuánto ha cambiado su relación en tan poco tiempo...
En la mansión de Natsumi, Kazemaru y
Reika, la sirvienta de Natsumi, son los que se encargan de todas las tareas del
hogar mientras Endou y Natsumi pasan el día relajándose. El día de Nochebuena,
los dos sirvientes preparan una rica comida para los dos amos, dejándose algo
más mediocre para ellos. Endou y Natsumi cenan en la mesa grande, mientras que
Kazemaru y Reika lo hacen en la cocina.
-Bueno, Mamoru –comienza a decir
ella casi al final de la cena-. ¿Ves bien que te de mi regalo ya? –Pregunta
sonriente.
-Antes te lo daré yo, Natsumi
–responde el chico levantándose de la mesa con una sonrisa. Kazemaru suelta su
plato de comida y corre a buscar la bolsa que llevaba, pues en su interior
estaba el regalo de la chica. El peliazul le da la pequeña cajita dorada a su
amo-. Gracias, Kazemaru –sonríe el castaño mientras vuelve a la mesa-. Toma. No
es mucho, pero espero que te guste.
Endou le tiende la caja a su prima,
quien la coge sonriendo ampliamente. Cuando la abre, la chica hace un gesto de
emoción y alegría sacando su regalo: una pulsera plateada con muchos pequeños
colgantes.
-¡Muchas gracias, Mamoru! –Exclama
la chica-. Pero ahora me toca a mí –anuncia Natsumi-. Pero lo mío no es un
regalo material, Mamoru. Es una sorpresa.
-¿De qué se trata, Natsumi?
Reika y Kazemaru afinan el oído,
pues estaban bastante intrigados.
-Me casaré contigo, Mamoru. Soy tu
prometida.
Al oír eso, Kazemaru nota cómo su
corazón se encoge de dolor, esperando la respuesta de su amo.
-Me alegra oír eso, Natsumi
–responde el chico alegre-. Claro que me casaré contigo.
El joven peliazul siente unas ganas
insoportables de llorar al tiempo que un dolor insoportable oprime su pecho. A
pesar de todo, él seguía enamorado de Endou y, si esa noticia era cierta, iba a
perderlo para siempre.
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