-Mamoru
–llamó el señor Endou a su hijo de tres años. El pequeño fue corriendo hacia su
padre.
-¿Me llamabas, papá? –Dijo con una
gran sonrisa en su rostro.
-Quiero presentarte a alguien
–respondió el señor mientras un pequeño niño de pelo azul medio largo con el
flequillo cubriéndole el ojo izquierdo, de mirada castaña, apareció desde
detrás de su pierna, mirando tímidamente al pequeño de pelo castaño-. Se llama
Ichirouta Kazemaru y va a ser tu criado. Hará lo mismo que hace Tanaka con tu
madre y conmigo: te cuidará y te servirá en lo que le pidas.
El pequeño Endou miró al peliazul,
quien se escondía detrás de la pierna del mayor.
-Pero es más pequeño que Tanaka...
–Observó el castaño.
-Sí, pero Nana le va a enseñar todo
lo que tiene que saber para ser un buen criado.
-¡Bien! ¡Muchas gracias, papá!
–Respondió inocentemente el niño. Kazemaru miraba a todas partes de la
habitación sin prestar atención a la conversación de ambos.
-No tienes que agradecerme nada –sonrió
el señor Endou-. Sabes que tu madre y yo pasamos mucho tiempo fuera, así que no
queríamos que te sintieras solo.
-¡Papá, eres el mejor! –Exclamó el
pequeño Endou mientras daba un salto para abrazarle. Su padre correspondió al
abrazo.
-Lo tendrás para ti dentro de una
semana más o menos. Antes tiene que aprender a ser un buen criado, ¿de acuerdo?
-¡Sí! ¡Bien! –Se emocionó el
castaño.
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