lunes, 18 de noviembre de 2013

Boku no Ouji-sama (Endou x Kazemaru) Capítulo 1

Ya han pasado doce años desde aquello. Ahora, ambos chicos tienen quince años. Kazemaru, a pesar de su corta edad, era un gran sirviente: eficiente, obediente y activo. Endou adoraba su trabajo y por eso siempre andaba llamándolo para cualquier cosa. Kazemaru iba siempre sin dudarlo y sin hacerle esperar. Le gustaba mucho servir a Endou cuando lo necesitaba. A pesar de eso, Kazemaru apenas dormía por las noches, pues se acostaba muy tarde tras terminar sus tareas y se levantaba muy temprano.
            Ese día, Endou se sentía más solo que nunca. Kazemaru llevaba todo el día trabajando por la casa y sus padres estaban de nuevo fuera. Decidió dar un paseo por la gran mansión para distraerse un poco. El castaño salió de su habitación, que estaba en la primera planta, y bajó las escaleras. Vio en seguida al peliazul subido a unas escaleras mientras limpiaba el polvo de unas estanterías. Se acerca a él mirándolo atentamente.
            -Kazemaru –lo llama el castaño. El sirviente se da la vuelta sorprendido mirando al chico.
            -Amo Endou... ¿Me estaba llamando? –Dice mientras baja las escaleras rápidamente-. Discúlpeme, por favor, no me he enterado... –Susurra arrepentido.
            -No, tranquilo –sonríe Endou-. No te había llamado. Solo he venido porque me aburro en mi habitación.
            -Podría haberme avisado y haberle hecho compañía. Ya sabe que estoy siempre a su servicio, amo Endou.
            -No quería molestarte mientras estabas trabajando –aclara Endou sonriendo levemente-. Cuando acabes la estantería ven a mi habitación. Me apetece estar contigo un rato.
            -Lo que usted diga, amo Endou –responde Kazemaru con una reverencia y se vuelve a subir a las escaleras con rapidez para terminar cuanto antes. Cuando Endou se da la vuelta para irse, Kazemaru sufre un mareo y se tambalea un poco, casi cayendo al suelo, pero consigue agarrarse a la estantería a tiempo. Endou llega a su habitación en poco tiempo.

            Endou está tumbado en su cama a la espera de Kazemaru. De repente, alguien llama a la puerta.
           -¿Amo Endou? –Endou se levanta de un salto a oír a su sirviente al otro lado de la puerta-. Soy yo, Kazemaru.
            Endou le abre la puerta con una sonrisa.
            -Al fin llegas –dice animado-. Pasa.
            Kazemaru hace una leve reverencia y entra a la habitación. Ya había estado allí en muchas ocasiones, pues Endou lo reclamaba más de siete veces al día. El castaño cierra la puerta y se sienta en el suelo. Kazemaru se sienta frente a él, pues es lo que solían hacer.
            -¿Qué quiere hacer hoy, amo Endou? –Pregunta el peliazul con una sonrisa leve.
            -Cuéntame de nuevo la historia de la rata del jardín –pide Endou sonriente.
            -¿Otra vez? Pero si ya la cuenta usted mejor que yo –bromea el sirviente.
            -Ya, pero me gusta oírte –responde el amo. Kazemaru asiente y se aclara la garganta.
            -Pues todo pasó hace tres años –comienza a narrar el peliazul-. Era por la mañana temprano. El joven amo aún estaba dormido y Nana-san y yo habíamos empezado las tareas de limpieza. Ese día, el gran amo tenía que irse a uno de sus viajes con la gran ama, así que se sentaron en el jardín a tomar el desayuno –Endou escucha atentamente el relato, pues esa historia le causaba risa y no sabía el por qué-. Nana-san y yo les llevamos las tostadas recién hechas con el café y, de repente, una rata del tamaño de un perro saltó a la mesa del jardín. La gran ama empezó a correr por toda la casa mientras Nana-san y yo intentábamos cazar a la rata –Endou comienza a reírse, como siempre hacía en esa parte. Kazemaru esboza una sonrisa y sigue contando-. Por supuesto, el gran amo huyó de la zona también. Nana-san y yo cogimos cada uno una escoba y comenzamos a perseguir a la rata. La rata atacó a Nana-san por sorpresa, y yo le di un escobazo en la cabeza sin querer –el castaño no paraba de reírse-. Finalmente, conseguimos echar a la rata de la casa, pero aún tememos que vuelva algún día.
            Endou no puede parar de reír. Adoraba esa historia y, por muchas veces que la oyera, seguiría riéndose de esa manera.
            -Es la mejor historia que jamás he oído, Kazemaru –felicita Endou-. ¿Qué has hecho hoy? ¿Algo divertido?
            El peliazul niega con la cabeza levemente.
            -Hoy he ido a comprar porque Nana-san está demasiado cansada –cuenta Kazemaru-. Así que lo más divertido que he hecho hoy ha sido encontrarme a una amiga mía de la calle.
            -¿Tienes amigos fuera? –Pregunta curioso el amo.
            -Bueno, no muchos... –Aclara el peliazul-. Salgo pocas veces, así que no conozco a mucha gente.
            -Vaya... Yo tampoco he salido mucho últimamente... –Se queda pensativo el castaño, de brazos cruzados. De repente, se le ocurre una idea-. ¡Oye, Kazemaru! ¿Quieres salir un rato a dar un paseo conmigo?
            Kazemaru ladea la cabeza algo confuso.
            -¿Con usted? Bueno, no me importa salir un rato, pero debo hacer cosas...
            Endou lo mira poniendo una expresión de enfado algo infantil.
            -Ante todo, eres mi criado. Así que vas a salir conmigo ahora –ordena el castaño.
            -Por supuesto, amo Endou –accede finalmente el peliazul. Endou se levanta del suelo y le tiende la mano a Kazemaru.
            -Vamos, coge mi mano –sonríe el amo. Kazemaru asiente levemente y hace lo que le ha dicho Endou, levantándose del suelo con él. Luego, bajan corriendo las escaleras-. ¡Nana! ¡Nos vamos a dar un paseo! ¡No tardaremos!
            Ambos chicos salen por la puerta rápidamente. Endou respira hondo el aire de la calle. No solía salir mucho, pero le encantaba estar allí, sobre todo con Kazemaru. Su sirviente camina a su lado sin decir nada. Endou lo mira y él le devuelve la mirada.
            -¿Dónde quiere ir, amo Endou? –Pregunta el peliazul sonriendo levemente.
            -Me apetece ir al parque de atracciones –comenta animado-. Es de nuestra familia y aún no lo he pisado... ¡Vamos juntos, Kazemaru!
            -De acuerdo, amo Endou.
            Endou y Kazemaru se dirigen hacia el parque de atracciones Endouland, el parque de la familia más rica del país. No estaba lejos de la mansión, así que llegan en poco tiempo.
            -Muy buenos días, joven Endou –saluda el hombre de la entrada-. Nunca lo habíamos visto por aquí.
            -Le he pedido a mi sirviente que me acompañe a disfrutar del parque –sonríe el chico-. Me apetecía venir.
            -Adelante y pasadlo muy bien. Si necesitan algo no duden en decirlo a quien sea. Todos conocen al joven Endou.
            -Muchas gracias, señor –responde Endou mientras entra al parque seguido de Kazemaru-. Kazemaru, ¿dónde quieres montar primero?
            -Donde usted decida, amo Endou –aclara Kazemaru mirando a su amo.
            -Entonces... –Mira a todas partes y señala la montaña rusa-. ¡Vamos a la montaña rusa!
            Endou echa a correr agarrando la muñeca de Kazemaru, tirando de él para que lo siguiera. El peliazul lo sigue sin rechistar.

            Tras la montaña rusa, se montan en muchas atracciones más, casi todas. Pero ya es la hora de volver y ambos se dirigen a la mansión.
            -¡Lo he pasado muy bien, Kazemaru! –Grita Endou muy feliz.
            -La verdad es que yo también –responde Kazemaru más tranquilamente.
            -Menos mal que mis padres no están, si no... –Deja la frase en el aire para soltar una leve risa. Estaba muy contento de haber podido pasar el día con Kazemaru en el parque de atracciones.
            -Pero no se preocupe. Nana-san tampoco dirá nada –aclara el peliazul.
            -Lo sé, confío en ella.
            Endou se calla de repente. No puede creer lo que está viendo... El coche de sus padres estaba aparcado delante de la casa.
            -Los amos... –Susurra Kazemaru. Endou lo mira.
            -Es imposible... Llegaban en tres días...
            Endou corre hacia dentro de la casa seguido por Kazemaru. Su padre está regañando duramente a Nana. Cuando los dos chicos abren la puerta, las cuatro miradas, incluida la de Tanaka, se posan en ellos.
            -Mamoru, ¿se puede saber para qué has ido al parque de atracciones? –Pregunta el señor Endou muy enfadado.
            -¿Cómo sabes que...? –Antes de poder acabar de hablar, su padre lo interrumpe.
            -¡Me han contado que has pasado allí el día entero! ¡Sabes que no puedes ir sin mi permiso!
            -Papá, yo...
            -¡Y tú, Kazemaru! –El joven sirviente mira al suelo apretando los puños. El señor Endou se acerca a él furioso-. ¿Cómo se te ocurre irte de tus tareas? ¡Tienes terminantemente prohibido salir de la casa sin haberlas acabado correctamente!
            -Lo siento, gran amo... –Susurra el peliazul.
            -Papá, yo le obligué a...
            -¡Silencio, Mamoru! –Grita mirando a su hijo. Luego vuelve a dirigir la mirada al joven sirviente-. ¡Recibirás un castigo, Kazemaru!
            -¡Papá!
            -¡Silencio he dicho!
            Grita antes de agarrar a Kazemaru del brazo y llevárselo del gran salón. Endou mira cómo se alejan, además de la cara de furia de su padre y el rostro de sufrimiento de Kazemaru. ¿Qué le harían?
            -Mamá, ¿qué le va a hacer papá a Kazemaru? –Pregunta Endou preocupado. Su madre lo mira seriamente.
            -A tu habitación, Mamoru.
            -Mamá, respóndeme.
            -A tu habitación.
            -Pero...

            -A tu habitación. No me hagas repetirlo más, Mamoru –concluye con una voz irritada. Endou asiente y se aleja de ella, subiendo las escaleras hasta su habitación.

1 comentario:

  1. Oh no puede ser creo que el padre de endo es muy mandón eh adiós y me gusto

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